Por JAC
Mérida, 8 de abril de 2025. La escoria del periodismo regional yucateco si existe, donde la ética es un rumor y la integridad un lujo inalcanzable, El Grillo de Yucatán ha levantado la voz: El Sol de Yucatán “fusiló” una nota sobre Irak Greene, presentándola como propia sin el menor atisbo de crédito. Y esta situación no es algo ocasional. Desde su llegada a Yucatán, El Sol se ha dedicado a saquear notas ajenas con un descaro que raya en lo patológico, sin la decencia mínima de citar al portal original que hizo el trabajo.

El artífice de esta fechoría tiene nombre y alias: José González, autoproclamado “El Zorro”, aunque de astuto tiene poco y de hiena mucho. Este personaje no discrimina: “fusila” notas de cualquier sitio con la voracidad de un carroñero, siempre y cuando sirvan a su agenda de golpear al gobierno estatal o Ayuntamientos Municipales. Para él, el periodismo no es un oficio de indagación, sino un juego de pillaje. Sus reporteros —si es que así se les puede llamar— desconocen el trabajo de campo, la investigación o la entrevista. Su método es simple: robar, revolver y entregar, como si revolver el texto lavara el pecado del plagio.

Pero hay un límite. Las notas exclusivas, esas que requieren esfuerzo y fuentes propias, no se pueden disfrazar de ocurrencias propias. Ayer, por ejemplo, salió a la luz una historia que no cualquiera pudo soltar: Irak Greene y su novio Armín Lizama, tejiendo “bisnes” turbios con el IDEY y el IMDUT. Una primicia que El Sol no dudó en apropiarse, sin pudor ni crédito, como si el teclado de González hubiera sudado la investigación. No lo hizo. Y no lo hará.
Sin embargo, los medios deben despertar a una realidad ineludible: la exclusividad es un cadáver que las redes sociales enterraron hace tiempo. En X o Facebook, las historias se propagan como pólvora antes de que cualquier redacción pueda reclamarlas como propias. Lo que estalla en la esfera digital no pertenece a nadie; es un bien común que los portales deberían entender como punto de partida, no como trofeo. La diferencia ya no está en tener la nota, sino en cómo se cuenta. Y en eso, El Sol falla estrepitosamente, prefiriendo el latrocinio al oficio.
Esperemos que “El Zorro Hiena” deje de merodear portales ajenos o, al menos, tenga la cortesía de poner un “tomado de” en sus latrocinios. Porque mientras El Sol siga funcionando como una máquina de reciclar Notas o fotos que algún portal hizo, el periodismo yucateco no será más que un mercado de segunda mano, donde la originalidad se subasta al menor postor y el lector, como siempre, paga el precio de la mediocridad.
Y si los medios convencionales no abren los ojos, seguirán cavando su propia tumba. Ya no basta con tener un portal y publicar; la era de las redes sociales exige meterse de lleno en la dinámica digital, entender cómo manejar la información para que tenga alcance y no quedarse en el olvido. Actualizarse no es una opción, es una necesidad: o se adaptan al juego de la difusión moderna, o terminarán como cadáveres periodísticos, obsoletos y sepultados por su propia irrelevancia.
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