Por JAC

El Ayuntamiento de Tizimín, que debería ser un bastión de eficiencia y transparencia, se ha convertido en el epicentro de un escándalo que evidencia el despilfarro de recursos públicos y la falta de compromiso con las promesas hechas a la ciudadanía. Mientras los trabajadores de base, como secretarias y coordinadores, soportan salarios bajos y cargas laborales excesivas, la nómina de directores se ha inflado de manera desproporcionada, dejando al descubierto una estructura administrativa opaca y cuestionable.

De 15 a 26 Directores: ¿Necesidad o Despilfarro?en la administración pasada, el Ayuntamiento contaba con 15 directores, cuyos nombres y orígenes políticos eran claros y conocidos por la comunidad. Sin embargo, bajo el mandato actual de Adrián Quiroz, esa cifra se ha disparado a 26 directores, muchos de ellos con puestos inventados que carecen de justificación real. ¿Es necesario tener 26 directores para administrar un municipio como Tizimín? La respuesta, basada en la evidencia, parece ser un rotundo no.

Lo más preocupante es que muchos de estos directores no tienen oficinas ni personal a su cargo, y cada uno cuenta con un subdirector, un cargo que antes no existía. Esto no solo representa un gasto innecesario para las arcas municipales, sino que también refleja una falta de planeación y un claro favoritismo político. Según denuncias de trabajadores, la mayoría de estos directores provienen del PRI, el mismo partido que Zapote aseguró no tendría cabida en la administración. ¿Dónde quedó la promesa de un gobierno limpio y alejado de las prácticas del pasado?
Salarios Exorbitantes vs. Trabajadores ExplotadosMientras los directores y subdirectores disfrutan de salarios que oscilan entre los 30 y 40 mil pesos mensuales, los trabajadores de base, como secretarias y coordinadores, reciben sueldos bajos y enfrentan una carga laboral cada vez más pesada. Esta desigualdad salarial no solo es injusta, sino que también demuestra una falta de empatía y compromiso con quienes mantienen en funcionamiento las operaciones diarias del Ayuntamiento.

La pregunta es inevitable: ¿cómo puede justificarse el pago de salarios tan elevados a funcionarios cuyos aportes al municipio son, en el mejor de los casos, cuestionables? Y lo más importante, ¿cómo es posible que no haya recursos para apoyar a la gente cuando se gasta tanto en nóminas infladas? La respuesta parece estar en las declaraciones del propio Mario Peña, quien ha pedido a los trabajadores que “aguanten” y le digan a la gente que no hay dinero, esperando a que lleguen los recursos federales. Esta actitud no solo es irresponsable, sino que también refleja una falta de planeación y priorización.
¿Morena o PRI? La Confusión de un Gobierno sin Identidad
Uno de los aspectos más preocupantes de esta administración es la aparente confusión en su identidad política. Aunque Adrián Quiroz llegó al poder bajo la bandera de Morena, prometiendo un cambio radical y un gobierno cercano al pueblo, la realidad es que muchos de los directores actuales provienen del PRI. Esto no solo contradice las promesas de campaña, sino que también genera desconfianza entre la ciudadanía, que se pregunta si realmente hubo un cambio o simplemente un reciclaje de las mismas caras de siempre.
Además, la falta de transparencia en la designación de estos cargos es alarmante. ¿Quiénes son estos directores? ¿Cuáles son sus méritos? ¿Qué están haciendo para justificar sus salarios? Estas son preguntas que el Ayuntamiento debe responder de manera urgente si quiere recuperar la confianza de la gente.
Un Gobierno que Perdió el Rumbo el Ayuntamiento de Tizimín enfrenta una crisis de credibilidad que no puede ser ignorada. Las nóminas infladas, los salarios exorbitantes y la falta de resultados tangibles son solo algunos de los problemas que deben ser abordados con urgencia. Mientras tanto, los trabajadores de base siguen esperando un trato justo, y la comunidad clama por un gobierno que cumpla sus promesas y priorice las necesidades de la gente sobre los intereses particulares.
Si Adrián Quiroz y su equipo no actúan pronto para corregir estos errores, el descontento popular seguirá creciendo, y el sueño de un Tizimín más justo y transparente se alejará cada vez más. La pregunta que queda en el aire es: ¿están dispuestos a cambiar, o seguirán perpetuando un sistema que beneficia a unos pocos a costa de muchos?
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