Por JAC

La violenta muerte de Alejandro Gallegos León, director de La Voz del Pueblo y catedrático universitario, en el municipio de Cárdenas, Tabasco, no solo suma una víctima más a la interminable lista de periodistas asesinados en México, sino que desnuda nuevamente la alarmante fragilidad de nuestra democracia.
Este asesinato no ocurre en un vacío; forma parte de un contexto donde ser periodista implica ser blanco. En un país donde la impunidad se ha normalizado, la violencia contra quienes tienen la valentía de informar se ha convertido en una constante, y el mensaje es claro: en México, decir la verdad puede costar la vida.
La promesa de “cero impunidad”: discurso hueco
El gobernador de Tabasco, Javier May, emitió un mensaje lamentando la muerte de Alejandro Gallegos y prometió que no habrá impunidad. Sin embargo, ¿cuántas veces hemos escuchado esas mismas palabras sin que se traduzcan en acciones concretas? México es un país donde más del 90% de los asesinatos de periodistas quedan sin resolver. Estas promesas no solo son insuficientes, sino insultantes para las familias de las víctimas y para el gremio periodístico que exige justicia.
¿Qué significa realmente “cero impunidad” en un país donde las instituciones encargadas de impartir justicia están saturadas, politizadas o, en el peor de los casos, coludidas con el crimen organizado? La respuesta es evidente: un discurso vacío, diseñado para calmar las aguas mientras los perpetradores continúan operando con total libertad.
Un golpe directo a la democracia
El asesinato de Alejandro Gallegos no solo silencia a un comunicador, sino que también busca callar a toda una sociedad. Cada periodista asesinado en México representa un paso atrás en la lucha por consolidar una democracia funcional. Sin periodistas que informen, cuestionen y expongan los abusos del poder, el país queda a merced de la desinformación y del control absoluto de quienes detentan el poder.
Gallegos León, desde las páginas de La Voz del Pueblo, representaba un bastión contra el silencio, un ejemplo de la importancia de la prensa en la construcción de una ciudadanía crítica. Su pérdida no solo es un golpe para su familia y colegas, sino para todos los mexicanos que entienden que la información es un derecho, no un privilegio.
El riesgo de ser periodista en México
México es considerado uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo, incluso más que zonas de guerra. Los periodistas aquí no solo enfrentan amenazas del crimen organizado, sino también de actores políticos que ven en la libertad de prensa un obstáculo para sus intereses.
La falta de garantías para el gremio periodístico y la ausencia de un sistema de protección efectivo reflejan un Estado que ha fallado en su deber de proteger a quienes ejercen una de las profesiones más importantes para la democracia.
El silencio como herramienta de control
Los asesinatos de periodistas como Alejandro Gallegos no solo buscan silenciar voces individuales, sino también generar un efecto de miedo en todo el gremio. En un entorno donde cada denuncia, investigación o crítica puede convertirte en objetivo, el ejercicio del periodismo se convierte en un acto de resistencia.
Este clima de terror beneficia a quienes buscan operar en las sombras: políticos corruptos, funcionarios incompetentes y grupos criminales. Mientras tanto, el costo lo paga la sociedad, que ve cómo su derecho a estar informada se erosiona día tras día.
¿Qué sigue?
La Fiscalía General del Estado de Tabasco ha prometido investigar el caso con transparencia y exhaustividad, pero la historia reciente nos enseña a ser escépticos. El caso de Alejandro Gallegos podría seguir el mismo camino de muchos otros: carpetas de investigación incompletas, testigos silenciados y un sistema judicial que opera con lentitud desesperante.
Es crucial que la sociedad y el gremio periodístico exijan no solo justicia para Alejandro Gallegos, sino un cambio estructural que garantice la seguridad de todos los comunicadores. Esto implica una revisión profunda de los mecanismos de protección, el fortalecimiento de las fiscalías y un compromiso real por parte del Estado para combatir la impunidad.
Un llamado a no ceder
El asesinato de Alejandro Gallegos es un recordatorio brutal de lo que está en juego en México. No se trata solo de un periodista asesinado, sino del ataque a una de las libertades más fundamentales: la libertad de expresión.
No podemos permitir que el miedo se imponga sobre la verdad. Es momento de que como sociedad nos unamos para exigir justicia, no solo para Gallegos, sino para todos los periodistas que han sido silenciados. Porque sin ellos, sin sus palabras y su valentía, el futuro de nuestra democracia estará en riesgo.
Grupo Sore expresa su solidaridad
Ante este lamentable hecho, Grupo Sore se une al pesar de la familia de Alejandro Gallegos León y envía sus más sinceras condolencias a sus seres queridos. La pérdida de un comunicador comprometido nos recuerda la urgencia de garantizar justicia y seguridad para quienes ejercen el periodismo en México.
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